domingo, 8 de diciembre de 2013

Mesa Para Uno, Por Favor

Algo de lo que más me caracteriza como mexicano, y yo creo que un poco más como sonorense, es la necesidad de estar siempre acompañado, no hablo simplemente de una pareja sentimental, si no de no poder realizar actividades solo. Ir a cenar siempre implica un acompañante o ir al cine por lo menos con alguien más y si no es tu novia, mejor que sean dos o tres, ir dos hombres como amigos, ¡olvidate, vanpapu!. Salir a hacer las compras que siempre que sean con alguien más, claro es bienvenida otra opinión, es más y así hasta te pueden pasar la ropa hasta el probador.  Pero para nosotros hay cosas que podríamos ver mal; una persona en un restaurante comiendo sola o alguien que va a un concierto, al cine solo. ¡Dios que se consiga amigos! O ya de perdida un perro.  ¿Cómo, yo solo? Uff, solo ni a misa.

Y la verdad, es que siempre la compañía se agradece y es más divertido poder comentar las cosas con alguien cuando las estás viendo. ¡Qué mala película, pero, ¿cómo al final sobrevivió?! Por lo general se aprecian más las cosas cuando se pueden comentar con alguien en el momento. Es más emocionante poder decir “No puedo creer lo afortunado que somos que pudimos llegar a tiempo” a pensar hacia uno mismo “lo logre, llegue” aunque al final no tiene nada malo tampoco, es solamente un tiempo solo y es cuestión de agarrarle el gusto.

En mi ciudad natal nunca tuve problemas con esto, ya que afortunadamente uno de mis más grandes amigos y compañeros de escuela vivía a unos escasos 100 metros de mi casa, y se fue dando que siempre que tenía que salir, aunque sea al supermercado, pasaba por su casa a ver si estaba desocupado. “Acompáñame a dar unas vueltas” Y con el soborno de un cigarro ya lo tenía arriba del carro, aun qué dar unas vueltas significara las cosas más rutinarias, tales podían ser: Cortarme el pelo, lavar el carro, hacer el mandado o cualquier otra actividad, que siempre eran mejor hacerlas acompañado.

En la universidad también fue algo parecido (que bueno, ahora tienes roomies), ir al cine en grupo o ir a cenar con la banda o con los roomies nunca fue problema. Siempre había un compañero de escuela que no tuviera nada más que hacer y que con tal de llenar un poco de su tiempo libre, siempre estaba dispuesto a acompañarte, siempre y cuando que escucharas alguna de sus historias. Compartiendo gustos en común y sobre todo horarios muy parecidos, los sábados eran de comida china y ¿Por qué no? A la mejor y también los domingos.  Ir a Soriana Garza Sada por el mandado de la semana y después pedir comida para llevar, se volvió un poco de tradición y siempre había algún voluntario que iba por el raite de la comida. Pero te terminas graduando y todo va cambiando.

Pero el tiempo también va cambiando y con ello los gustos , algunos van desarrollando un gusto musical que a la mejor no se comparte con el resto del grupo, o un diferente gusto por películas y hablo de aquellas extranjeras que a pocos les gustan. Y entonces buscar acompañantes se vuelve más difícil, practicar algún deporte temprano por la mañana o de gran costo económico, se vuelve una pasión diferente de la de los amigos.  Y llega la gran pregunta ¿Ir solo? Separarme de mi camada y de mi grupo, se siente un poco como el pequeño Mowgli, en el libro de la selva, adentrarte en esa selva de concreto y atreverte a decir “Un Boleto por favor.”

Cuando uno se cambia de ciudad por trabajo (o escuela) no le queda de otra más que aprender a dominar este arte, claro tendrás compañeros nuevos de trabajo y conocerás mucha gente nueva, pero esa gente por lo general ya tiene una vida pre establecida, ya tienen esposa y algunos un par de hijos que demandan su tiempo libre. Sí buscar algo del gusto común, como ir a tomar un par de cervezas, se vuelve un reto complicado, olvídate ir a una obra de teatro o una película en el cine un martes en la tarde. Mucho menos si es  a un concierto de música clásica o pasar una tarde en el museo, ir a disfrutar una puesta de sol o salir un sábado a las 7 am para andar en bici.

En mi experiencia me costó mucho acostumbrarme a esto de estar solo, y digo que me costó pero la verdad es que me sigue costando, ¿para qué cocinar algo rico si nomas es para mí?, yo aprendí de mi tía que la comida es para compartir, ¿comó ir al cine y sentarme en un lugar solo?. O peor ¿comó ir a un restaurante y con la pena del mundo decir que no estoy esperando a nadie más? ¿Por qué le tenemos tanto miedo a andar solos?. ¿Tendrá algo de malo andar por el mundo como un lobo estepario? Tendré que solo entrar a lugares con un letrero colgando que diga “Teatro Mágico, No entrar, Solo para Locos”.

Pero pasa el tiempo y pasan los kilómetros, ciudades, estados y ahora hasta continentes, y te das cuenta que estar solo no siempre tiene que ser algo malo, también puede tener sus ventajas, ¿Quién te conoce mejor que tú mismo? Y si haces cosas que disfrutas ¿por qué preocuparte por estar acompañado?, si ir al concierto es algo que quieres hacer y tu gusto o el costo no lo vale para alguien más, ¿valdrá más la experiencia de vivirlo a superar el miedo de hacer cosas solo? Ir al cine y encontrar un lugar bueno siempre es mas fácil cuando no se tienen que buscar muchos asientos, y esos huecos son fáciles de llenar.

Creo que es importante aprender a disfrutarse y a disfrutar la soledad, abrazarla y acariciarla, saber que no es algo sacado del infierno de Dante o que significa que vayas a estar por la vida con una marca como Caín en la sien, que probablemente sea algo momentáneo o a la mejor, quizá, algo permanente (así que hay que volverse bueno en eso). Y no significa, realmente, que estemos solos o que sea triste o deprimente. Es que estamos aprendiendo a disfrutar las cosas que nos gustan por nosotros mismos, sin la necesidad de aprobación o de compañía. Ya habrá momentos de disfrutar en compañía, en amistad o en familia. Una carne asada en grupo y todos ir a ver esa pastorela.

Quedarse un sábado en la casa, hacerte una excelente cena y tomar una buena cerveza, prender la tele y poner una divertida comida, puede ser un gran plan de noche. Un tiempo contigo mismo y aprender a disfrutar estando solo, hasta te puede ayudar a disfrutar más cuando estés con alguien.

Y no me entiendan mal, hacer las cosas acompañado es genial, y de verdad hasta se puede disfrutar, un poco, más que hacer las cosas solo (¡ojo!, pero no siempre). Y lo que pasa es que no es fácil tener a la mano a alguien para hacer las cosas que te gustan, o la disponibilidad de tiempo o las ganas de estar con alguien y en mi experiencia, últimamente, para ser feliz hay que hacer lo que a uno le gusta más seguido. Aunque eso implique aprender a pedir una mesa; solo para uno.



Cuéntame, que me encantaria leerte, que es la mejor experiencia que has tenido y que la tuviste que hacer solo.

3 comentarios:

  1. Corella... como te dije.... Las aguilas vuelan solas

    ResponderBorrar
  2. Creo que lo que más me costó trabajo fue aprender a comer sola, pero con el tiempo te acostumbras y a veces hasta ganas dan de pasar tiempo de calidad con uno mismo

    ResponderBorrar
  3. A mi me gustaba mucho irme sola a un cafe, pedirme algo cargado y sentarme con lapiz y libreta a dibujar... el cafe ahora es para llevar y los dibujos se convirtieron en listas de tareas

    ResponderBorrar