**Esta Historia no es de mi autoria, mas si de mi grata envidia, fue escrita por mi papá en el 2010, espero la disfruten**
Llevamos meses preparando el
viaje a Clipperton, hemos leído todos los libros, revisado en youtube todo el
material disponible, hemos negociado con la familia los quince días de
vacaciones y hecho todo tipo de arreglos para disponer de los quince días
necesarios para el viaje… Clipperton llena de leyendas, historias trágicas y
lugar de mil aventuras, naufragios y encuentros se yergue solitaria en la mitad
del pacifico y nuestro corazón de aventureros está ansioso por conocerla.
Faltan solo tres dias para
el viaje que parte de Los cabos, tenemos ya todos el equipo de buceo empacado,
las pocas cosas que llevaremos con nosotros y sobre todo, muchas ganas de hacer
el viaje, de pronto nos llega la noticia de que Enrique, nuestro anfitrión esta
enfermo, los rumores van desde un susto de presión hasta un infarto.
El grupo entra en choque, no
sabemos si se realizara el viaje, después de algunos mails confusos, nos manda
Enrique un mail.. salió bien de los exámenes, pero el medico le pide que el
viaje se detenga por unos dias, el no llegara a los cabos el dia planeado, nos
alcanzara en la paz el lunes siguente, asi que un poco inquietos nos vamos a
los cabos con cierta incertidumbre, creemos que todo esta bien, pero no tenemos
seguridad de ello.
Llegamos a los cabos a El
Regalo, el fabuloso Yate que se ha convertido de alguna manera en algo nuestro,
sabemos que es de Enrique, pero su generosidad nos ha hecho sentirnos un poco
dueños, su tripulación generosa y amable nos recibe y los amigos de tantas
travesías comenzamos a juntarnos, hay como siempre algún nuevo invitado y
procedemos a realizar los trámites para avituallar el barco de víveres y de
todo lo necesario.
Las noticas se confirman
ahí, Enrique esta bien, pero no viajaremos a Clipperton, ni a las
Revillagigedo, el viaje lo haremos en el mar de Cortez para estar listos para
cualquier eventualidad medica, cerca de ayuda medica, contamos con un medico a
bordo, amigo de Enrique y de su familia, eso nos da seguridad para continuar el
viaje.
Por la noche antes de
marchar el medico se presenta con un amigo de el que vive en Los Cabos, es como
la mayoría del grupo de Culiacán pero
lleva tiempo trabajando y viviendo en Cabo, el tiene que ir a la Paz y se le
invita a venirse en el barco, el acepta gustoso de compartir la travesía por
mar, el como casi todos a bordo, es buzo, pescador y enamorado de la
naturaleza.
Zarpamos de la marina de los
Cabos y el mal tiempo se da a conocer, fuertes vientos levantan murallas de
agua, olas de tres metros nos acompañan toda la noche, al dia siguiente, los
rostros pálidos y lavados son testigos de la mala noche, las pastillas para el
mareo, las aguas minerales y los consejos que van desde morder el ancla hasta
rezar diez avemarías continúan a lo largo del dia. Algunos compañeros están en
sus camarotes casi muertos por la nausea y las molestias.
El dia continua asi, el mar
encabritado no da tregua, pero la mayoría vencemos las molestias y hacemos vida
a bordo, comemos y tomamos cerveza mientras que conversamos de mil aventuras,
unas ciertas y otras no tanto. Jorge, el pasajero que no estaba en el viaje
inicial es víctima del mareo, el no se puede integrar al grupo, las molestias
de todo el dia lo tienen un poco aislado, va viendo el mar para relajarse un poco, de pronto dice en voz
suave… “me parece ver algo”; todos
pensamos en un picudo, una ballena o delfines, pero el dice.. “creo ver unos
brazos pidiendo ayuda”
Nos levantamos todos de la
mesa y comenzamos a mirar a lo lejos, estamos en un punto que forma un canal
entre el tecolote en la baja y la isla del espíritu santo, las olas son enormes
y el mar esta encabritado, nos faltan unas horas para llegar a la Paz. De pronto vemos con claridad dos puntitos
perdidos en las olas, los vemos solo por segundos, pues las grandes olas los
borran, pero damos la voz de alarma y el capitán gira el barco, no dirigimos
hacia ese punto remoto y poco a poco vemos claramente flotando en el agua a dos
personas, al principio confusamente, pero entre mas nos acercamos mas detalles
aparecen, son dos claramente identificables creemos que son hombre y mujer.
El agua esta fría y el
viento muy fuerte, comentamos que ojala traigan trajes térmicos, al principio
pensamos que son dos buzos a los que la corriente llevo a garete, pero al
llegar cerca de ellos vemos que no tienen proteccion contra el mal tiempo, son
un hombre y una mujer y hacen señas desesperadamente, agitan los brazos y les
gritamos nosotros también que pronto estaremos con ellos.
El barco hace una maniobra
de giro para acercarse a ellos, mete reversa y grandes olas brincan por la popa
y nos mojan, buscamos el salvavidas de abordo, le ponemos una cuerda y lo
tiramos al mar, la maniobra es peligrosa, grandes olas barren la plataforma,
corremos el peligro de caer al agua y el barco por momentos se levanta a una
gran altura y corre el riesgo de caer sobre los náufragos, ellos toman el
salvavidas y los jalamos a la lancha, el primer intento falla, la ola nos los
quita de las manos, pero ellos siguen aferrados al salvavidas, nos damos cuenta
que en su desesperación han soltado los salvavidas sobre los que flotaban sin
traerlos puestos, eso los deja a merced de nuestra pericia para rescatarlos, el siguiente intento es exitoso,
logramos subir a la mujer, inmediatamente los compañeros la llevan a bordo,
esta pálida, temblorosa y llorando, volvemos a lanzar el salvavidas y el hombre
lo atrapa, esperamos la siguiente ola favorable y lo jalamos hacia el barco,
ahora tenemos a los dos a bordo.
Comienzan a decir en ingles,
“estamos vivos, estamos vivos” La conmoción a bordo es mayúscula, todos estamos
emocionados, fue un evento que rara vez se vive, rescatar en plena tormenta
unos náufragos, los rodeamos y los llevamos hacie dentro del barco, les damos
toallas para secarlos y el medico les toma la presión, revisa sus signos
vitales y ve que salvo por el susto, le hipotermia el agua salada que han
tomado están bien.
Ellos nos cuentan su
historia, son pasajeros de un crucero holandés, en su día libre en la paz,
fueron hasta el tecolote, rentaron un kayak y se les hizo fácil hacer la
travesía hasta la isla del espíritu santo, en medio del canal, los sorprendió
el mal tiempo, aguantaron las olas durante un tiempo pero en un descuido los
volteo una ola, perdieron remos y ya nunca pudieron dar la vuelta al bote, las
olas se los regresaban una y otra vez, duraron en el agua fría cinco
interminables horas, los escasos barcos que pasaban no los veian y dicen que un
velero que paso al que le hicieron señas no los quiso recoger, nosotros
pensamos que en realidad no los vieron, ver dos cabecitas en el mar tormentoso
es casi imposible.
Nos cuentan que rezaron
interminablemente, que el miedo les fue ganando y que ya se daban por muertos,
no faltaba mucho para la noche y la corriente los llevaba mar adentro, nos
daban las gracias entre sollozos y llanto. No dejaban de decir, estamos vivos.
Todo el grupo les dio
muestras de apoyo y aliento, algunos les prepararon bebida caliente, otros
fueron por cobijas, otro mas les apoyo con terapia de contacto,
todos formamos por un
momento una burbuja de protección para ellos.
El capitán se comunico con
la capitanía de puerto para notificar el hallazgo y la instrucción fue que los dejáramos
en el puerto donde esta atracado el Crucero de origen holandés.
Ya mas calmados les dimos de
comer unos taquitos de camarón deliciosos que les preparo Edgar el chef de
abordo, el hombre los comió con verdadero apetito y gusto, era el sabor de la
vida recién recobrada, ella no podía comer mucho, nos decía que había tragado
mucha agua salada, pero al cabo de un rato logro comer algo.
Se bañaron, se les presto
ropa seca y en poco tiempo su aspecto humano se había restablecido, comenzamos
a conversar con ellos y supimos algo de sus vidas, radicaban en Phoenix, ella
era Canadiense, el norteamericano, vivían juntos desde hacía poco tiempo y era
su viaje soñado por las islas de la baja. Ya mas calmados les dije, en español
hay un dicho que dice, “Dios escribe derecho con renglones torcidos” ustedes se
salvaron gracias a los renglones torcidos de Dios.
Este Barco no debería estar
aquí, debería de ir Camino a las Clipperton, La persona que los vio, no debería
estar en el barco, el de casualidad subió de los cabos a la Paz y solo los vio
por el mareo que tenia que no lo dejaba integrarse al grupo, todas las
circunstancias podrían parecer casualidades y coincidencias, pero visto desde
otro plano, la enfermedad de Enrique que resulto nada, cambio las
circunstancias que generaron su salvamento,
aparentemente nada sucede sin una razón, asi que les
dije, por alguna razón su vida fue salvada y nosotros fuimos los instrumentos,
vean su vida como un regalo que les hizo el poder superior, por algo fueron
escogidos para ser salvados.
Dona que era el nombre de
ella se sonrio, le tome la mano y entendí un poco las leyes que rigen el
universo. Despues de algunas horas llegamos a La Paz, ahí encontramos anclado
al enorme buque en que seguirían su viaje, nos despedimos con gran emotividad,
intercambiamos direcciones, mails y abrazos, algunos de los compañeros tenían los
ojos acuosos, otros sonrientes ante la buena fortuna
Creemos que de todas las
pescas del regalo, esta permanecerá por siempre como el mejor trofeo que hemos
podido conseguir.
Un año despues si lograron ir a clipperton y aqui los videos:
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