miércoles, 11 de diciembre de 2013

Los Renglones Torcidos de Dios


**Esta Historia no es de mi autoria, mas si de mi grata envidia, fue escrita por mi papá en el 2010, espero la disfruten**


Llevamos meses preparando el viaje a Clipperton, hemos leído todos los libros, revisado en youtube todo el material disponible, hemos negociado con la familia los quince días de vacaciones y hecho todo tipo de arreglos para disponer de los quince días necesarios para el viaje… Clipperton llena de leyendas, historias trágicas y lugar de mil aventuras, naufragios y encuentros se yergue solitaria en la mitad del pacifico y nuestro corazón de aventureros está ansioso por conocerla.
Faltan solo tres dias para el viaje que parte de Los cabos, tenemos ya todos el equipo de buceo empacado, las pocas cosas que llevaremos con nosotros y sobre todo, muchas ganas de hacer el viaje, de pronto nos llega la noticia de que Enrique, nuestro anfitrión esta enfermo, los rumores van desde un susto de presión hasta un infarto.
El grupo entra en choque, no sabemos si se realizara el viaje, después de algunos mails confusos, nos manda Enrique un mail.. salió bien de los exámenes, pero el medico le pide que el viaje se detenga por unos dias, el no llegara a los cabos el dia planeado, nos alcanzara en la paz el lunes siguente, asi que un poco inquietos nos vamos a los cabos con cierta incertidumbre, creemos que todo esta bien, pero no tenemos seguridad de ello.
Llegamos a los cabos a El Regalo, el fabuloso Yate que se ha convertido de alguna manera en algo nuestro, sabemos que es de Enrique, pero su generosidad nos ha hecho sentirnos un poco dueños, su tripulación generosa y amable nos recibe y los amigos de tantas travesías comenzamos a juntarnos, hay como siempre algún nuevo invitado y procedemos a realizar los trámites para avituallar el barco de víveres y de todo lo necesario.
Las noticas se confirman ahí, Enrique esta bien, pero no viajaremos a Clipperton, ni a las Revillagigedo, el viaje lo haremos en el mar de Cortez para estar listos para cualquier eventualidad medica, cerca de ayuda medica, contamos con un medico a bordo, amigo de Enrique y de su familia, eso nos da seguridad para continuar el viaje.
Por la noche antes de marchar el medico se presenta con un amigo de el que vive en Los Cabos, es como la mayoría del grupo de Culiacán  pero lleva tiempo trabajando y viviendo en Cabo, el tiene que ir a la Paz y se le invita a venirse en el barco, el acepta gustoso de compartir la travesía por mar, el como casi todos a bordo, es buzo, pescador y enamorado de la naturaleza.
Zarpamos de la marina de los Cabos y el mal tiempo se da a conocer, fuertes vientos levantan murallas de agua, olas de tres metros nos acompañan toda la noche, al dia siguiente, los rostros pálidos y lavados son testigos de la mala noche, las pastillas para el mareo, las aguas minerales y los consejos que van desde morder el ancla hasta rezar diez avemarías continúan a lo largo del dia. Algunos compañeros están en sus camarotes casi muertos por la nausea y las molestias. 


El dia continua asi, el mar encabritado no da tregua, pero la mayoría vencemos las molestias y hacemos vida a bordo, comemos y tomamos cerveza mientras que conversamos de mil aventuras, unas ciertas y otras no tanto. Jorge, el pasajero que no estaba en el viaje inicial es víctima del mareo, el no se puede integrar al grupo, las molestias de todo el dia lo tienen un poco aislado, va viendo el mar para  relajarse un poco, de pronto dice en voz suave…  “me parece ver algo”; todos pensamos en un picudo, una ballena o delfines, pero el dice.. “creo ver unos brazos pidiendo ayuda”
Nos levantamos todos de la mesa y comenzamos a mirar a lo lejos, estamos en un punto que forma un canal entre el tecolote en la baja y la isla del espíritu santo, las olas son enormes y el mar esta encabritado, nos faltan unas horas para llegar a la Paz.  De pronto vemos con claridad dos puntitos perdidos en las olas, los vemos solo por segundos, pues las grandes olas los borran, pero damos la voz de alarma y el capitán gira el barco, no dirigimos hacia ese punto remoto y poco a poco vemos claramente flotando en el agua a dos personas, al principio confusamente, pero entre mas nos acercamos mas detalles aparecen, son dos claramente identificables creemos que son hombre y mujer.

El agua esta fría y el viento muy fuerte, comentamos que ojala traigan trajes térmicos, al principio pensamos que son dos buzos a los que la corriente llevo a garete, pero al llegar cerca de ellos vemos que no tienen proteccion contra el mal tiempo, son un hombre y una mujer y hacen señas desesperadamente, agitan los brazos y les gritamos nosotros también que pronto estaremos con ellos. 


El barco hace una maniobra de giro para acercarse a ellos, mete reversa y grandes olas brincan por la popa y nos mojan, buscamos el salvavidas de abordo, le ponemos una cuerda y lo tiramos al mar, la maniobra es peligrosa, grandes olas barren la plataforma, corremos el peligro de caer al agua y el barco por momentos se levanta a una gran altura y corre el riesgo de caer sobre los náufragos, ellos toman el salvavidas y los jalamos a la lancha, el primer intento falla, la ola nos los quita de las manos, pero ellos siguen aferrados al salvavidas, nos damos cuenta que en su desesperación han soltado los salvavidas sobre los que flotaban sin traerlos puestos, eso los deja a merced de nuestra pericia para  rescatarlos, el siguiente intento es exitoso, logramos subir a la mujer, inmediatamente los compañeros la llevan a bordo, esta pálida, temblorosa y llorando, volvemos a lanzar el salvavidas y el hombre lo atrapa, esperamos la siguiente ola favorable y lo jalamos hacia el barco, ahora tenemos a los dos a bordo.

Comienzan a decir en ingles, “estamos vivos, estamos vivos” La conmoción a bordo es mayúscula, todos estamos emocionados, fue un evento que rara vez se vive, rescatar en plena tormenta unos náufragos, los rodeamos y los llevamos hacie dentro del barco, les damos toallas para secarlos y el medico les toma la presión, revisa sus signos vitales y ve que salvo por el susto, le hipotermia el agua salada que han tomado están bien. 

Ellos nos cuentan su historia, son pasajeros de un crucero holandés, en su día libre en la paz, fueron hasta el tecolote, rentaron un kayak y se les hizo fácil hacer la travesía hasta la isla del espíritu santo, en medio del canal, los sorprendió el mal tiempo, aguantaron las olas durante un tiempo pero en un descuido los volteo una ola, perdieron remos y ya nunca pudieron dar la vuelta al bote, las olas se los regresaban una y otra vez, duraron en el agua fría cinco interminables horas, los escasos barcos que pasaban no los veian y dicen que un velero que paso al que le hicieron señas no los quiso recoger, nosotros pensamos que en realidad no los vieron, ver dos cabecitas en el mar tormentoso es casi imposible.
Nos cuentan que rezaron interminablemente, que el miedo les fue ganando y que ya se daban por muertos, no faltaba mucho para la noche y la corriente los llevaba mar adentro, nos daban las gracias entre sollozos y llanto. No dejaban de decir, estamos vivos.



Todo el grupo les dio muestras de apoyo y aliento, algunos les prepararon bebida caliente, otros fueron por cobijas, otro mas les apoyo con terapia de contacto,
todos formamos por un momento una burbuja de protección para ellos.
El capitán se comunico con la capitanía de puerto para notificar el hallazgo y la instrucción fue que los dejáramos en el puerto donde esta atracado el Crucero de origen holandés.
Ya mas calmados les dimos de comer unos taquitos de camarón deliciosos que les preparo Edgar el chef de abordo, el hombre los comió con verdadero apetito y gusto, era el sabor de la vida recién recobrada, ella no podía comer mucho, nos decía que había tragado mucha agua salada, pero al cabo de un rato logro comer algo.
Se bañaron, se les presto ropa seca y en poco tiempo su aspecto humano se había restablecido, comenzamos a conversar con ellos y supimos algo de sus vidas, radicaban en Phoenix, ella era Canadiense, el norteamericano, vivían juntos desde hacía poco tiempo y era su viaje soñado por las islas de la baja. Ya mas calmados les dije, en español hay un dicho que dice, “Dios escribe derecho con renglones torcidos” ustedes se salvaron gracias a los renglones torcidos de Dios.

Este Barco no debería estar aquí, debería de ir Camino a las Clipperton, La persona que los vio, no debería estar en el barco, el de casualidad subió de los cabos a la Paz y solo los vio por el mareo que tenia que no lo dejaba integrarse al grupo, todas las circunstancias podrían parecer casualidades y coincidencias, pero visto desde otro plano, la enfermedad de Enrique que resulto nada, cambio las circunstancias que generaron su salvamento,
aparentemente nada sucede sin una razón, asi que les dije, por alguna razón su vida fue salvada y nosotros fuimos los instrumentos, vean su vida como un regalo que les hizo el poder superior, por algo fueron escogidos para ser salvados.
Dona que era el nombre de ella se sonrio, le tome la mano y entendí un poco las leyes que rigen el universo. Despues de algunas horas llegamos a La Paz, ahí encontramos anclado al enorme buque en que seguirían su viaje,  nos despedimos con gran emotividad, intercambiamos direcciones, mails y abrazos, algunos de los compañeros tenían los ojos acuosos, otros sonrientes ante la buena fortuna
Creemos que de todas las pescas del regalo, esta permanecerá por siempre como el mejor trofeo que hemos podido conseguir. 







Un año despues si lograron ir a clipperton y aqui los videos:




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