domingo, 15 de junio de 2014

Publicista de oficio ... Aventurero de vocación



Algunos tienen a súper man, Batman, Luke Skywalker, Frodo y otros a Einstein, pero yo tengo mi propio súper héroe.
Mi súper héroe está lleno de historias y aventuras.
Aventuras de altamar con náufragos, naufragios y tiburones.
Aventuras de monte con tormentas e inundaciones, venados de cola blanca y cochis jabalí.
Aventuras de cantinas con borrachos y grandes amistades.
Aventuras de trabajo y logros profesionales.

Mi súper héroe es una mezcla entre Chanoc e Indiana Jones, es más guapo que Brad Pitt y ha envejecido mejor que George Clooney, mi super héroe se llama Joaquin Antonio Corella, pero le apodan el Joachi.

Todos tenemos derecho para creer que nuestro papá es el mejor, y claro todos pueden pensar eso y están en su derecho. Pero por defensa de mi texto, el mío es el mejor del mundo.

¿Por dónde empezar cuando uno quiere hablar de mi papa?  Se empieza ¿por sus aventuras? ¿Por su familia? ¿Por sus grandes amigos? ¿Por los corazones conquistados? O ¿por las vidas salvadas?

Si algo caracteriza a mi viejo es gusto por platicar, se pueden pasar horas y ni cuenta te das, de chico siempre escuche sus historias como si fuera una verdad bíblica, como si la propia mano de dios hubiera bajando y hubiera escrito cada uno de los versos que me recitaba. La historia de cómo aquel río fue creciendo poco a poco y como tuvieron que refigurarse arriba del cerro, compartiendolo con los venados. Las historias de como el tiburón le mordió la nalga y como se lo quito con el puño. Historia donde salvaba vidas de gente accidentada en la carretera y con que moneda le pagaron. La historia de cómo salvó a esos náufragos a mitad del mar, gracias al que quería vomitar.

Pasaron los años y entre en esa etapa de la adolescencia, donde tu papa te avergüenza con su manera de bailar y con sus historias que son demasiado para ser verdad. Pero había algo curioso dentro de eso que contaba, nunca estaba solo y los demás testigos las contaban igual, cada quien le agregaba sus detalles pero al final todos igual. Y así poco a poco me fui dando cuenta que todas tenían bastante de verdad. Mi papá había vivido todo eso y más, ya lo dijo García Márquez “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno la recuerda para contarla”

Hay personas que se dedican a coleccionar títulos empresariales, dinero, casas o negocios. Preocupados por tener un carro a su nivel, por la marca de su vestuario o por tener un reloj caro. Pero mi papá es diferente, toda su vida se dedicó a vivirla. Sin mucha preocupación por lo material o por el que dirán, el se viste por obligación y se guía por la comodidad. A sus 66 años ha aprendido a vivir cada día de su vida, una vida dedicada a coleccionar historias, amores y aventuras, las que no las vivía las leía y las que no las leía las escribía. Pero eso sí, todas y cada una de ellas realmente las vivía.

Una de las cosas que hacen grande mi papa es la gran dedicación a la familia, fuera de todas las actividades extracurriculares (las cuales lo hacen el mejor del mundo), pero hablo de las cosas de la vida diaria. Uno de los primeros recuerdos que tengo, es mi papa a un lado de mi cama cada noche, contándome una historia nueva o continuación de una anterior, sacadas de la manga, de una aventura propia o de algún libro de ficción. Combinaciones entre Oliver Twist y el capitán Nemo inundaron mis horas de sueño.  Un papá atento que nunca faltó a la hora de la comida y en los eventos que se le hacía falta.



Y como no contarme de todo eso, si el cuando era niño era el Indio más temido de la Pitic

Para aquel que no lo conoce, se ha perdido de una grata experiencia, platicador hasta por los codos en los tiempos de convivencia pero un gran escucha cuando hay necesidad. Un útil consejo en caso de ser necesario, un texto o un abrazo si eso es lo que se necesita en el momento. Siempre con la computadora lista para enseñarte algún video de su última hazaña o un shot de tequila para el dolor de garganta.

Hermano de Poseidón siempre sueña con el mar, aun cuando duerme arriba de la lancha, la cual apodo Cassandra (la de los sueños). A un paso de evolucionar y de tener branquias, cada que puede lo verán con su careta y snorkel tratando de conquistar su mar.  

Mi papá ha pasado cuatro días sin tomar o comer algo, en un área de pocos metros cuadrados, siguiendo un ritual indio. Ha pescado en Alaska, ha recorrido rios en balsa, conoce islas remotas y extrañas. Mi papá ha buceado con tiburones y es un excelente arquero, cazador, buzo, poeta, cocinero, inventor, escritor, publicista y terapeuta.

Pero mi papa es el mejor, es el mejor abuelo que pudieran pedir mis sobrinos, el hermano más atento para mis tias, el más grande tio que han tenido mis primos y el mejor marido que pudo pedir mi madre. 

Con sus triunfos, aventuras y errores, no podría pedir un mejor papá. 

Tan grandes los zapatos que me deja por llenar, no saben lo grande que es mi papá.

Pd: SuperMan, usa pijamas de mi papá.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.




1 comentario:

  1. Excelente! Las aventuras empezaron en el patio de tu casa acampando jajajaja

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